Bueno, no sé si será una utopía. Es cierto que da la sensación de que cada vez hablamos/escribimos peor y que la asignatura de Lengua (me da igual en qué idioma) exige cada vez un nivel más bajo (por lo que parece, ocurre lo mismo en otras materias, como Matemáticas). Percepción, por cierto, que ha existido siempre (lo de antes, siempre mejor). Pero también es cierto que los niños y los adolescentes son los que más leen en comparación, con lo que siempre queda lugar para la esperanza. Quizá habría que plantearse que los métodos de enseñanza de lenguas se han quedado obsoletos (o, por el contrario, los han querido modernizar tanto que ahora no se sabe qué es un sujeto a los quince años, no lo sé). Supongo que si hay una “solución” para esto, pasa irremediablemente por los planes educativos, y eso, personalmente, me da miedito.
Por eso, buscando soluciones más “en casa”, podríamos plantearlo como una cuestión de respeto a los demás. Al igual que enseñamos a los niños que hay que saludar, que en determinados sitios hay que estar en silencio o que hay que esperar a que el muñeco del semáforo se ponga en verde para cruzar, podríamos enseñar que hay que escribir bien por respeto a los demás (para que nos entiendan y no hacerles perder tiempo, por ejemplo). Yo me planteo enseñárselo así a mis hijos cuando los tenga.
En cuanto a que la lengua es un ser vivo que va evolucionando, eso es indiscutible, al igual que hay modas (se aprecian muy bien en el vocabulario) y que las normas ortográficas cambian. Y, por ello, nos tenemos que ir adaptando. No podemos confiar en lo que aprendimos allá por la EGB, porque ya ha cambiado (ahora se ponen muchísimas menos tildes que antes, con consentimiento de la RAE). Además, y esto es una percepción personal que puede estar equivocada, tengo la sensación de que los cambios son cada vez más rápidos, con lo cual nuestra capacidad de adaptación tiene que ser cada vez más rápida también.
De todas formas, yo no me refería tanto a que puede haber alguna norma que se nos escapa o que a veces podemos equivocarnos, sino a esas personas que, pudiendo y sabiendo hacerlo bien, por comodidad, dejadez, pereza o por intentar ser personalísimas, lo hacen mal a propósito (que las hay).
Y una última apreciación. Me he centrado en el castellano porque es lo que suelo tratar en el blog; pero pasa lo mismo con todos los idiomas. En el euskera, por ejemplo, con la casi infinita variedad de ‘euskalkis’ que hay (decían que había tantos ‘euskeras’ como ‘baserris’), sería imposible manejarlos todos y eso llevaría a que se fueran perdiendo y, al final, desaparecerían. Porque eso es lo que trae (en general) la no unión (el no entenderse que decía yo): que las lenguas se separen, sean cada vez más minoritarias y que, en última instancia, vayan desapareciendo. De ahí que el ‘batua’ haya sido tan importante (al igual que los intentos por “normalizar” los euskalkis más importantes y hablados, como hacen algunas instituciones por ejemplo con el ‘bizkaiera’). Pero si no seguimos las reglas impuestas por Euskaltzaindia, caemos en el mismo error de “no entendernos”. Y perder la lengua es perder una parte importantísima de nosotros mismos, por eso merece la pena el esfuerzo de escribir bien.
Y, por cierto, si tú escribes mal… me dirás qué hace la gente. Creo que no tienes mucho de lo que preocuparte…